3ª PARTE
LVCENTVM XXV, 2006
SOBRE EL NOMBRE DE LA
CIUDAD IBÉRICA Y ROMANA DE VILLAJOYOSA Y LA UBICACIÓN DEL TOPÓNIMO ALONÍS/ALONAI/ALLON
Antonio
Espinosa Ruiz
Área Municipal de
Arqueología, Etnografía y Museos de Villajoyosa
Área de Arqueología,
Universidad de Alicante
En
la primera parte de este artículo, el autor presenta un resumen del mismo,
revisando la argumentación que en su día realizó en su Tesis doctoral.
En
Valcárcel encontramos, por primera vez, un interés decidido por aquello que
llamamos cultura material, y que, a partir de entonces, dará una nueva luz a
los testimonios literarios.
De
hecho, puede considerársele el primer arqueólogo valenciano. Fue este autor
quien realizó las primeras excavaciones arqueológicas de que tenemos constancia
en la comarca. A partir de la vaga referencia que aparece en el texto publicado
en 1852, podemos suponer que se desarrollaron (como apuntamos en nuestra Tesis
doctoral) en la necrópolis de la partida de Torres: «...entre Cabo Martín y Villajoyosa, en el sitio de las
ruinas que se hallan á poco más de un cuarto de esta última villa, caminando á
Denia sobre una pequeña eminencia, 300 pasos distante del mar, la cual
paulatinamente se suaviza hasta quedar en llano». Sabemos que «...encontró
enteros dos sepulcros con las urnas cinerarias, un vaso lacrimatorio y dos
medallas de Alejandro Severo colocadas en una pequeña vasija de barro
saguntino.
Por
último manifiesta que los caseríos inmediatos están construidos con piedras
conocidamente de fábrica romana, y que se reconoce con bastante claridad los
cimientos y recinto de la antigua población» (Valcárcel, 1852 –1979–, 99). En
este paraje propuso el autor la situación de las ruinas de una ciudad que
identificaba con una tal Idera, lectura incorrecta de un texto de Avieno, que
menciona en realidad Ilerda (Ora Maritima, v. 475).
Durante
el s. XIX no encontramos aportaciones sustanciales al conocimiento de la
Arqueología romana de Villajoyosa. Ello se inscribe en un contexto general de
estancamiento de la investigación sobre la Antigüedad en la provincia, con
algunas excepciones que no nos interesan aquí (Abad Casal, 1990, 130). La
controversia sobre el nombre antiguo de la ciudad romana –cuya existencia y
localización en el término de Villajoyosa se daban ya por supuestas– se ceñía, por
una parte, básicamente a los partidarios de Honosca, y por otra a los que se
inclinaban por Idera. Sin embargo, ahora se comenzó a contemplar otra
posibilidad, anteriormente planteada por A. de Valcárcel, quien posteriormente la
rechazó (1852 –1979–, 98-99): la identificación con Alonís/Allon, defendida más
tarde por Aureliano Fernández Guerra y Orbe (1816-1894) en un discurso leído en
la Real Academia de la Historia (Montaner y Simón 1897, 590-591). Igualmente C.
Müller (1883), en su edición de la Geografía de Claudio Ptolomeo, ya propuso la
identificación de la Alonai que menciona este tratado con Villajoyosa.
También
en esta centuria, la bibliografía comienza a hacerse eco de la importancia
arqueológica del área en la que actualmente se asienta la ciudad de
Villajoyosa: «Innumerables son los objetos encontrados que demuestran su remota
antigüedad y la importancia de su población; en sus alrededores, en una
extensión de 3 kms., raro es el día que no se tropiece con algo: monedas,
ánforas, estatuas, trozos de columna y toda clase de objetos de cerámica y de
vidrio y restos de mosaico (...). En 1896 se encontraron en un campo cercano a
la población varios objetos, entre ellos seis pintados, que conserva D.
Francisco M. Martínez...» (Montaner y Simón, 1897, 591).
Como
hemos visto, la mayor parte de las teorías tradicionales sobre el nombre de la ciudad
antigua de Villajoyosa se basaba en argumentos puramente filológicos, que
buscaban una raíz clásica para el nombre actual. Estos argumentos se desvanecen
cuando consideramos el hecho de que el nombre de Villajoyosa es del más puro
origen romance, y que no es anterior a su creación en torno al año 1300
(Cabanes et alii, 1981, 378-379; Espinosa, 1995a, 24-25). Su significado en catalán antiguo es ‘ciudad alegre’, un
nombre adecuado, atractivo, para una vila nova enclavada en la vanguardia del
Reino de Valencia, rodeada de enclaves moriscos y que necesitaba urgentemente
ser repoblada.
Otros
autores han planteado, más recientemente, la identificación de Alonís, Alonai y
Allon con Villajoyosa, sin llegar desarrollar una argumentación in extenso: así
J. M. Roldán (1975) o M. A. Rabanal (1985, 366), quien opina que son probables
dos zonas concretas: Benidorm- Villajoyosa y Alicante-Santa Pola, aunque en otros
párrafos parece decantarse más bien por la primera posibilidad (ibíd., 355), e
incluso específicamente por Villajoyosa (ibíd., 364). Varios autores
propusieron también la reducción de estos topónimos a Benidorm y su isla; esta
teoría se revitalizó con las excavaciones en el poblado ibérico del Tossal de
la Cala por J. Belda en los años
cuarenta y por Tarradell y Ramos en los años cincuenta (cf. Espinosa, 1996).
2.- El municipium romano de Villajoyosa
La
idea de la existencia de una ciudad romana en Villajoyosa la encontramos ya,
como hemos visto, en eruditos renacentistas, pero su identificación con un
municipium corresponde a A. García Montalbán (1984) y a R. Wiegels (1985, 145-146),
basándose en el pedestal dedicado a Q. Manlio Celsino, en el que encontramos el
único ejemplo de la tribu Quirina en la provincia de Alicante, y uno de los
escasísimos atestiguados en la vertiente mediterránea peninsular. Este dato
reafirma la idea de que la ciudad romana de Villajoyosa alcanzó el rango
municipal en época Flavia, como consecuencia del Edicto de Vespasiano, quien
otorgó el ius Latii a las ciudades que reunían las condiciones necesarias hacia
73/74 d.C. (vid. Abascal y Espinosa 1989, 43; Abascal, 1996, 279; Cebrián,
2000, 54). Hay pocas dudas sobre la interpretación de R. Wiegels, porque la
Quirina es la única de las 35 tribus romanas en la que inscribieron los Flavios
a los nuevos ciudadanos hispanos (McElderry 1918, 78; Montenegro, 1975; Abascal
y Espinosa, 1989, 74; Wiegels, 1985, 5).
La
primera referencia nos la da B. Ribelles (1808, 573), según el cual la
inscripción apareció en 1688, y Bayer la vio el 17 de abril de 1782 partida ya
en dos fragmentos, en los dos ángulos del corral del Molí de Llinares en el que
se conservó hasta su donación en 1978 al Museo de Villajoyosa. Valcárcel (1852
–1979–, 100, nn. 334 y 337) afirma que su hallazgo se produjo «a media legua de
la villa caminando a Denia, en casa de Pedro Linares», donde él mismo pudo observar
su mitad superior (ya con la cuarta línea desaparecida), sin asociarla a la
inferior, a comienzos del siglo XIX. La indicación topográfica del hallazgo
podría sugerir la partida de Torres, pero sin duda se trata de un error de
Valcárcel: el Molí de Llinares no se encuentra camino de Denia, hacia el E,
sino de Orcheta, hacia el N, y sabemos que los dos fragmentos se encontraban ya
en aquel lugar hacia 1760, según G. Mayans y otras fuentes (vid. Corell, 1999,
183).
No
parece lógico, a juzgar por la distribución del poblamiento romano, que este
pedestal se encontrase originalmente en el molino de Llinares, ni siquiera en
la cercana villa de Xauxelles, 500 m al sur. Nos queda, pues, la incógnita de
su lugar de hallazgo, que habría arrojado sin duda alguna luz sobre la
ubicación del foro de la ciudad romana.
Puedes leer el artículo completo
en: http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/28320/1/Lucentum_25.pdf
Las fotografías adjuntas
son:
1ª- Piedra con inscripción
de la antigua ciudad romana de Allon que actualmente forma parte del muro
exterior de la capilla de Santa Marta.
2ª- Cantera romana de Allon
de la que se extrajeron los sillares para la construcción de las termas
públicas.
3ª- Restos cerámicos de lo
que en su día fueron utensilios de los canteros y esclavos que trabajaron en la
cantera romana de Allon.
4ª- Legionarios romanos
acampados.
Se
autoriza la reproducción de la información contenida en esta
publicación, siempre que la fuente sea citada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario