9ª PARTE
LVCENTVM XXV, 2006
SOBRE EL NOMBRE DE LA
CIUDAD IBÉRICA Y ROMANA DE VILLAJOYOSA Y LA UBICACIÓN DEL TOPÓNIMO ALONÍS/ALONAI/ALLON
Antonio
Espinosa Ruiz
Área Municipal de
Arqueología, Etnografía y Museos de Villajoyosa
Área de Arqueología,
Universidad de Alicante
En
la primera parte de este artículo, el autor presenta un resumen del mismo,
revisando la argumentación que en su día realizó en su Tesis doctoral.
El
nombre actual de Villajoyosa (La Vila Joiosa, en catalán occidental) no nos
puede ayudar, puesto que, como hemos señalado más arriba, es de origen romance,
un nombre nuevo para una ciudad nueva, de finales del s. XIII. Sin embargo,
muchas veces nos hemos preguntado si no se habría fosilizado el nombre de la
ciudad antigua en algún topónimo que hubiese resistido el paso del tiempo en
los últimos trece siglos, después de la conquista árabe, como lo ha hecho Torres.
Incluso nos hemos llegado a plantear si Torres no era el nombre del
asentamiento de la desembocadura de este río, sea cual sea su entidad. La
constatación de que el poblamiento islámico de Villajoyosa se encuentra al
interior, en la partida de l’Almiserà, a 3 Km. del yacimiento Torres I y por
tanto de la playa, pero junto al cauce del río de este mismo nombre, nos ha
llevado a proponer (Espinosa, 2006) que esas alquerías son herederas del
poblamiento romano de la misma zona interior (Turris o Turres, un topónimo frecuentísimo
en el ámbito romano), pero no podemos descartar un fenómeno a la inversa: que
el vicus del que procedería el topónimo Torres esté situado en Torres I, en la
desembocadura, y que en época islámica se retrotrajera al interior, como lo
hace el poblamiento, sirviendo el propio río Torres como vehículo transmisor
del topónimo.
En
el estado actual de la investigación, los restos monumentales bajo la actual
ciudad de Villajoyosa confirman que la ciudad se encuentra allí, y que Torres
era un vicus con su nombre propio, ubicado bien en la desembocadura (yacimiento
de Torres I), bien al interior. El río (en realidad un barranco con cinco meses
de estiaje; vid. Espinosa, 2006) ha mantenido el topónimo hasta hoy, y la
inscripción que Corell (supra) atribuye a Villajoyosa, encastada en algún muro
de la iglesia de la Asunción y hoy cubierta de enlucido, en la que se lee
Turris Genio, muy bien podía hacer alusión a la deidad protectora de este
vicus. Tampoco podemos descartar absolutamente que no haga referencia al nombre
de la propia ciudad, aunque no lo consideramos probable por todos los motivos
que esgrimimos en este artículo.
El
hecho de que el río de Torres haya fosilizado, con toda probabilidad, un
topónimo romano (a través incluso del poblamiento islámico, que lo adopta), nos
anima a analizar el nombre de uno de los dos ríos más destacados de la comarca,
el que desemboca en Villajoyosa, junto a la antigua ciudad ibérica y el posterior
núcleo romano, hoy conocido como Amadorio. Importante aguada junto al puerto y
fondeadero histórico, este río es clave para comprender la relevancia
recurrente del asentamiento de su desembocadura, con hitos más recientes como
la fundación aragonesa de Vila Joiosa en 1300 en el cerro del casco antiguo, despoblado
desde hacía siglos, o la segunda matrícula naval de España que tuvo este puerto
hacia 1860. El nombre de la ciudad antigua puede haberse desvanecido con la
realidad física de su poblamiento en la Alta Edad Media (testimoniada por la
arqueología) pero, en el caso de que el río hubiera portado su mismo nombre (como
sucede en Sucro o Torres) podemos albergar la esperanza de conservar en él la
misma raíz que el de la ciudad antigua, porque los ríos no se desvanecen del
paisaje: perduran, y con ellos con frecuencia su nombre, al extenderse su uso a
lo largo de kilómetros, hacia el interior, no sólo por la población litoral en
la que desemboca sino también por las del hinterland por las que discurre.
Es
un hecho conocido que el nombre de Amadorio es reciente (s. XIX). Francesc
Xavier Llorca Ibi (2006, 203) cree que es posible que haya que atribuirlo a un
error en el diccionario de Pascual Madoz (1845). Advierte Llorca que éste río
«és l’únic del qual no trobem referències nominals en l’abundant història
cartogràfica del Regne de València». Es decir: se ha perdido en la memoria
colectiva su nombre original, a favor de «río de la Vila» o «Amadorio».
Únicamente se encuentra una referencia al río de Tolons en un mapa parisino de
1838, realizado por A. H. Dufour, y anteriormente en el de Tomás López de 1788,
en el que se lee «Puerto de Tolons» (Llorca Ibi, 2006, 203-204), lo que en el
idioma original (catalán occidental o valenciano) debe ser Port de Tolons.
No
se ha conservado en el término municipal de Villajoyosa ningún topónimo
asimilable a éste (cf. Esquerdo y Sais, 1999), pero sí en el término colindante
de Relleu, que en la antigüedad pertenecía sin duda al territorium de la ciudad
romana de Villajoyosa. Cerca de aquella población, en la orilla derecha del río
Amadorio (a 12 Km de su desembocadura), arranca un barranco que vierte sus
aguas en él, el barranc de Bortolons, nombre igualmente de un camino, caserío y
partida rural de las inmediaciones. Es posible que este topónimo sea una
contracción de Port Tolons, y esté fosilizando el nombre antiguo del río.
En
el coloquio que siguió a la ponencia de F. X. Llorca (2006) en las II Jornades
de Patrimoni de la Marina Baixa planteamos, en relación con este topónimo que,
si efectivamente el nombre más antiguo que conocemos del río es de Port de
Tolons, de Port Tolons o, simplemente, el de Tolons, es muy probable que haga
referencia a su nombre clásico, como sucede en el caso de Torres. En este caso,
río de Port Tolons o de Tolons puede derivar de Portus Allonensis o Portus Allonis
(el río desembocaba junto al puerto ibérico y romano, y le servía, como hemos
dicho más arriba, de aguada), a través de una forma del tipo Portalons.
5. La vía
costera entre Dianium y Lucentum
Otra cuestión es el hecho de que
el Ravennate incluya Allon –independientemente del orden en el que lo hace, sea
éste correcto (como opina Corell) o no–. Ello supone que a ésta población había
de llegar una vía, ya que se trata de una guía de caminos, lo que choca
frontalmente con la total incomunicación de la comarca propuesta inicialmente
por E. Llobregat (1983, 220), y ampliamente aceptada por la investigación
posterior (vid. Rosselló, 1992, 633). Se trata de una concepción en nuestra
opinión desacertada: existen pruebas de la existencia de una vía secundaria, un
ramal de la Via Augusta, que enlazaba Dianium con Lucentum, permitiendo la
circulación puramente costera entre Valentia y Carthago Nova, como ya
argumentamos detalladamente en nuestra Tesis doctoral (Espinosa, 1996 y 1998b,
104). Anteriormente se habían manifestado también a favor de esta opción
Sillières (1990, 344-350), Reynolds (1993, 7-8, nota 4) o Arasa y Rosselló
(1995, 78-79, 97, 119-120), entre otros. Corell (1999, 178, nota 192) lo acepta
igualmente, y G. Morote interpreta un texto de Plinio el Viejo (Naturalis
Historia, III, 76) como prueba de la existencia de este camino directo entre
Dianium y Carthago Nova, y propone un trazado desde Sucro hasta conectar con la
vía principal al sur de Lucentum, pasando por la costa de las comarcas de la
Safor y las Marinas Alta y Baixa.
Puedes leer el artículo completo en: http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/28320/1/Lucentum_25.pdf
Las fotografías adjuntas
son:
1ª- Artesa romana de la
torre de Sant Joseph. Se utilizó para amasar los materiales que se utilizaron
en alguna de las construcciones de esa zona funeraria.
2ª- Ánforas en el pecio
romano Bou Ferrer, el mayor hasta ahora conocido. (Facebook. Pecio Bou Ferrer).
3ª- Ánforas del pecio Bou
Ferrer recién extraídas del mar.
4ª- Sillares romanos
reutilizados en la construcción de muros. Torre de Sant Joseph.
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publicación, siempre que la fuente sea citada.
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