lunes, 25 de agosto de 2014

SOBRE EL NOMBRE DE LA CIUDAD IBÉRICA Y ROMANA DE VILLAJOYOSA Y LA UBICACIÓN DEL TOPÓNIMO ALONÍS/ALONAI/ALLON. 9ª PARTE



9ª PARTE

LVCENTVM XXV, 2006

SOBRE EL NOMBRE DE LA CIUDAD IBÉRICA Y ROMANA DE VILLAJOYOSA Y LA UBICACIÓN DEL TOPÓNIMO ALONÍS/ALONAI/ALLON
Antonio Espinosa Ruiz
Área Municipal de Arqueología, Etnografía y Museos de Villajoyosa
Área de Arqueología, Universidad de Alicante

En la primera parte de este artículo, el autor presenta un resumen del mismo, revisando la argumentación que en su día realizó en su Tesis doctoral.


El nombre actual de Villajoyosa (La Vila Joiosa, en catalán occidental) no nos puede ayudar, puesto que, como hemos señalado más arriba, es de origen romance, un nombre nuevo para una ciudad nueva, de finales del s. XIII. Sin embargo, muchas veces nos hemos preguntado si no se habría fosilizado el nombre de la ciudad antigua en algún topónimo que hubiese resistido el paso del tiempo en los últimos trece siglos, después de la conquista árabe, como lo ha hecho Torres. Incluso nos hemos llegado a plantear si Torres no era el nombre del asentamiento de la desembocadura de este río, sea cual sea su entidad. La constatación de que el poblamiento islámico de Villajoyosa se encuentra al interior, en la partida de l’Almiserà, a 3 Km. del yacimiento Torres I y por tanto de la playa, pero junto al cauce del río de este mismo nombre, nos ha llevado a proponer (Espinosa, 2006) que esas alquerías son herederas del poblamiento romano de la misma zona interior (Turris o Turres, un topónimo frecuentísimo en el ámbito romano), pero no podemos descartar un fenómeno a la inversa: que el vicus del que procedería el topónimo Torres esté situado en Torres I, en la desembocadura, y que en época islámica se retrotrajera al interior, como lo hace el poblamiento, sirviendo el propio río Torres como vehículo transmisor del topónimo.
En el estado actual de la investigación, los restos monumentales bajo la actual ciudad de Villajoyosa confirman que la ciudad se encuentra allí, y que Torres era un vicus con su nombre propio, ubicado bien en la desembocadura (yacimiento de Torres I), bien al interior. El río (en realidad un barranco con cinco meses de estiaje; vid. Espinosa, 2006) ha mantenido el topónimo hasta hoy, y la inscripción que Corell (supra) atribuye a Villajoyosa, encastada en algún muro de la iglesia de la Asunción y hoy cubierta de enlucido, en la que se lee Turris Genio, muy bien podía hacer alusión a la deidad protectora de este vicus. Tampoco podemos descartar absolutamente que no haga referencia al nombre de la propia ciudad, aunque no lo consideramos probable por todos los motivos que esgrimimos en este artículo.
El hecho de que el río de Torres haya fosilizado, con toda probabilidad, un topónimo romano (a través incluso del poblamiento islámico, que lo adopta), nos anima a analizar el nombre de uno de los dos ríos más destacados de la comarca, el que desemboca en Villajoyosa, junto a la antigua ciudad ibérica y el posterior núcleo romano, hoy conocido como Amadorio. Importante aguada junto al puerto y fondeadero histórico, este río es clave para comprender la relevancia recurrente del asentamiento de su desembocadura, con hitos más recientes como la fundación aragonesa de Vila Joiosa en 1300 en el cerro del casco antiguo, despoblado desde hacía siglos, o la segunda matrícula naval de España que tuvo este puerto hacia 1860. El nombre de la ciudad antigua puede haberse desvanecido con la realidad física de su poblamiento en la Alta Edad Media (testimoniada por la arqueología) pero, en el caso de que el río hubiera portado su mismo nombre (como sucede en Sucro o Torres) podemos albergar la esperanza de conservar en él la misma raíz que el de la ciudad antigua, porque los ríos no se desvanecen del paisaje: perduran, y con ellos con frecuencia su nombre, al extenderse su uso a lo largo de kilómetros, hacia el interior, no sólo por la población litoral en la que desemboca sino también por las del hinterland por las que discurre.
Es un hecho conocido que el nombre de Amadorio es reciente (s. XIX). Francesc Xavier Llorca Ibi (2006, 203) cree que es posible que haya que atribuirlo a un error en el diccionario de Pascual Madoz (1845). Advierte Llorca que éste río «és l’únic del qual no trobem referències nominals en l’abundant història cartogràfica del Regne de València». Es decir: se ha perdido en la memoria colectiva su nombre original, a favor de «río de la Vila» o «Amadorio». Únicamente se encuentra una referencia al río de Tolons en un mapa parisino de 1838, realizado por A. H. Dufour, y anteriormente en el de Tomás López de 1788, en el que se lee «Puerto de Tolons» (Llorca Ibi, 2006, 203-204), lo que en el idioma original (catalán occidental o valenciano) debe ser Port de Tolons.
No se ha conservado en el término municipal de Villajoyosa ningún topónimo asimilable a éste (cf. Esquerdo y Sais, 1999), pero sí en el término colindante de Relleu, que en la antigüedad pertenecía sin duda al territorium de la ciudad romana de Villajoyosa. Cerca de aquella población, en la orilla derecha del río Amadorio (a 12 Km de su desembocadura), arranca un barranco que vierte sus aguas en él, el barranc de Bortolons, nombre igualmente de un camino, caserío y partida rural de las inmediaciones. Es posible que este topónimo sea una contracción de Port Tolons, y esté fosilizando el nombre antiguo del río.
En el coloquio que siguió a la ponencia de F. X. Llorca (2006) en las II Jornades de Patrimoni de la Marina Baixa planteamos, en relación con este topónimo que, si efectivamente el nombre más antiguo que conocemos del río es de Port de Tolons, de Port Tolons o, simplemente, el de Tolons, es muy probable que haga referencia a su nombre clásico, como sucede en el caso de Torres. En este caso, río de Port Tolons o de Tolons puede derivar de Portus Allonensis o Portus Allonis (el río desembocaba junto al puerto ibérico y romano, y le servía, como hemos dicho más arriba, de aguada), a través de una forma del tipo Portalons.

5. La vía costera entre Dianium y Lucentum

Otra cuestión es el hecho de que el Ravennate incluya Allon –independientemente del orden en el que lo hace, sea éste correcto (como opina Corell) o no–. Ello supone que a ésta población había de llegar una vía, ya que se trata de una guía de caminos, lo que choca frontalmente con la total incomunicación de la comarca propuesta inicialmente por E. Llobregat (1983, 220), y ampliamente aceptada por la investigación posterior (vid. Rosselló, 1992, 633). Se trata de una concepción en nuestra opinión desacertada: existen pruebas de la existencia de una vía secundaria, un ramal de la Via Augusta, que enlazaba Dianium con Lucentum, permitiendo la circulación puramente costera entre Valentia y Carthago Nova, como ya argumentamos detalladamente en nuestra Tesis doctoral (Espinosa, 1996 y 1998b, 104). Anteriormente se habían manifestado también a favor de esta opción Sillières (1990, 344-350), Reynolds (1993, 7-8, nota 4) o Arasa y Rosselló (1995, 78-79, 97, 119-120), entre otros. Corell (1999, 178, nota 192) lo acepta igualmente, y G. Morote interpreta un texto de Plinio el Viejo (Naturalis Historia, III, 76) como prueba de la existencia de este camino directo entre Dianium y Carthago Nova, y propone un trazado desde Sucro hasta conectar con la vía principal al sur de Lucentum, pasando por la costa de las comarcas de la Safor y las Marinas Alta y Baixa.



Las fotografías adjuntas son:
1ª- Artesa romana de la torre de Sant Joseph. Se utilizó para amasar los materiales que se utilizaron en alguna de las construcciones de esa zona funeraria.
2ª- Ánforas en el pecio romano Bou Ferrer, el mayor hasta ahora conocido. (Facebook. Pecio Bou Ferrer).
3ª- Ánforas del pecio Bou Ferrer recién extraídas del mar.
4ª- Sillares romanos reutilizados en la construcción de muros. Torre de Sant Joseph.






 
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