LA VISITA DEL REY ALFONSO XIII A VILLAJOYOSA

    

 

    Desde el momento en que se anunció su visita, se iniciaron en la ciudad los preparativos para una gran fiesta y eso alteró todo el ritmo vital que hasta entonces mantenía la población.

   Todos los vileros, conjuntamente con el ayuntamiento, la iglesia y los diferentes gremios laborales locales, participaron en los trabajos de creación de las diferentes formas de expresión del homenaje al monarca. Procesiones, fuegos artificiales, arcos de triunfo e incluso reformas urbanísticas y arreglos de caminos cambiaron la fisonomía de la entonces villa.

 

   La gente trataba de trasmitir, a través de sus trabajos de recepción, la propia singularidad de sus calles, barrios, agrupaciones y asociaciones vileras, cosa que materializaron tanto en la selección de una temática local para decorar los arcos triunfales como en la exaltación de las bondades de la ciudad y en su momento, la lealtad hacia el monarca.

   Los arcos triunfales que se construyeron para el majestuoso evento, disponían de unas características arquitectónicas y decorativas más o menos definidas y unas peculiaridades bastante precisas. Mantenían una relación que determinaba su ubicación y estructura. Fueron encargados a los propios vecinos que trabajaron durante meses en esta labor. Los dos arcos del Ayuntamiento se colocaron en cada extremo del puente de la carretera. El arco de los marineros y pescadores se colocó en la playa y el realizado por los conservadores en la plaza Castelar. 

   

   Este hecho tan importante para Villajoyosa trajo consigo una serie de preparativos que estuvieron dirigidos por un Comité de Festejos formado para este motivo y en el que estaba incluido el entonces alcalde Jaime Linares.

   El comité elaboró un programa de actos para los días previos y el mismo día del acto. En los días previos se descubriría una placa que daría el nombre de Canalejas a una calle, que en la actualidad aún perdura, se realizaron bailes populares junto a veladas musicales y cinematográficas. Se repartieron bonos a los pobres y se disparó un castillo de fuegos artificiales.

   A petición del Ayuntamiento se decoraron y engalanaron las calles y los balcones, pero además el evento hizo que se asearan las calles, los solares, las murallas y se construyera un desembarcadero provisional emplazado en la playa para amarrar los cruceros Extremadura, Río de Plata y Proserpina que trasladarían a los periodistas e invitados al acto desde Alicante hasta Villajoyosa.

   Alfonso XIII se desplazó el día 11 de Febrero desde Madrid hasta Alicante en tren, allí le esperaba una agenda repleta de actividades entre las que colocó la primera piedra del mercado de abastos, asistió a la tirada con escopetas de la copa de su Majestad, al Teatro Principal, acudió a un baile en su honor y a una corrida de toros. Además de esto participó en una regata para la copa del Mediterráneo.

   Pasó la noche en el Giralda que estaba fondeado en el puerto de Alicante.

   Pasadas las dos de la tarde del día 13 de febrero de 1911, el Rey Alfonso XIII entró en Villajoyosa aclamado por una multitud de vecinos que le estaba esperando desde la mañana y que aún se emocionó más al ver que el monarca se bajaba del vehículo y entraba a pie en la villa.

 

  

  El Rey se dirigió a la iglesia parroquial donde se cantó un Tedéum oficiado por el arzobispo Sr. Guisasola. Terminado el oficio marchó al Ayuntamiento para recibir a las personalidades más significativas de la población.

   Entre vítores, aplausos y acompañado de su comitiva y de todos los vecinos partió hacia el lugar donde se iniciarían las obras del ferrocarril. Tras la bendición de las obras por parte del arzobispo, el monarca echó las primeras paletas de tierra y colocó la primera piedra de la futura estación.

   Terminado el acto, se le ofreció al monarca una comida a la que asistieron numerosos invitados. Aprovechando este momento, se presentó ante el Rey una comisión de pescadores, exponiéndole la necesidad que tenía Villajoyosa de la construcción de un puerto de refugio para las barcas.

   Un grupo de mujeres de la villa, ofrecieron al soberano una preciosa cesta de flores para la Reina. El Rey la recibió con mucho agrado y la mandó enviar rápidamente para Madrid.

   D. Alfonso quedó admirado al percibir las muestras de cariño y entusiasmo que el pueblo de Villajoyosa le brindó.

   Llegadas las cuatro de la tarde, el rey subió a su automóvil y tras despedirse de un pueblo enfervorizado abandonó Villajoyosa. A la salida, se detuvo un instante para contemplar un arco construido con cordeles, esteras y otros productos de la comarca que los vecinos habían construido para la ocasión.