lunes, 16 de febrero de 2015

El patrimonio intangible e inmaterial de los pueblos. “Los domingos de Relleu, años 50” 1ª parte





El patrimonio intangible e inmaterial de los pueblos

La historia de los pueblos no solo se conoce por los vestigios materiales que van dejando sus pobladores. Una parte muy importante de la historia de los pueblos la van proporcionando las personas mayores o de avanzada edad a través de sus relatos, sus escritos, las narraciones de sus vivencias y sus experiencias vividas a través de los años. 


Algunos museos como el de Villajoyosa, han incorporado a sus archivos, diversas entrevistas y conversaciones realizadas por técnicos de sus departamentos con personas mayores y por lo tanto de gran experiencia vivida. Los relatos de estas personas son patrimonio intangible y por tanto una herramienta fundamental y valiosísima para conocer la historia del pueblo.


Mª Jesús Marí Molina. Técnica de Etnografía del Àrea de Arqueología, Etnografía y Museos del Ayuntamiento de Villajoyosa en su trabajo “Los Proyectos de Investigación Etnográfica en el Museo Municipal de Villajoyosa: Metodología y Resultados”, nos habla sobre la importancia de todo el conocimiento, tanto material como inmaterial: “…recoger toda la información posible sobre el legado cultural que representan todos los conocimientos sobre sus propias normas, creencias, valores, tradiciones, leyendas, refranes, personajes ilustres, oficios tradicionales, oficios relacionados con la mar, etc.”


La importancia de conocer y guardar la memoria histórica como patrimonio inmaterial de los pueblos de nuestra comarca tal como son los relatos de sus gentes, me estimula a escribir sobre ello y comenzaré con la narración que el relleuero Hernando Seguí hace de algunos de sus recuerdos sobre la vida dominical en los años 50 del pasado siglo en su pueblo. Relleu.



“Los domingos de Relleu, años 50”
1ª parte


Emigré con mis padres a Argelia cuando tenía tres años, lo contaré después, muchos tramos del viaje se me quedaron en la memoria como fotos fijas. Este acontecimiento me sirve de referencia para llegar a la conclusión de que mis  primeros recuerdos deben situarse  próximos a los dos añitos.
         En Relleu, las actividades que hacían del domingo un día especial eran la misa y el cine. A misa  iban más bien las mujeres, pero al cine era diferente. A partir de las ocho de la tarde, las calles parecían las de un pueblo abandonado. Acudían a ver la película gente de  todas las edades, solos o en parejas, tanto los novios como los casados, sin olvidar a los niños que eran el perejil de todas las salsas. A estos les reservaban las cuatro primeras filas; como pagaban media entrada, en un principio se sentaban en el suelo y el aposentador los organizaba como podía; cuando se cansaban  de mantener una postura cambiaban, causándose molestias  unos a  otros, protestando en voz alta, y montando una algarabía que a su vez provocaba la reacción de los mayores para terminar con la intervención  del dueño  que hacía tronar  los altavoces con  gran autoridad. Lo llamaban “El Carajo”, era nacido en Relleu y su familia emigró a Argentina a principios de siglo, él había regresado en el 45 e invirtió parte de sus ahorros en aquel negocio.




                                               Antiguo cine "Buenos Aires" de Relleu




Los que son un poco mayores que yo se acordarán de cuando dos niños la emprendieron a bofetadas porque no conseguían ponerse cómodos, intervinieron los padres, lo que dio lugar a una pelea a mamporro limpio; eran dos hombres fornidos y nadie quiso acercarse a separarlos después de que lo intentara el aposentador al que se le propinó un codazo de forma involuntaria  que le hizo sangrar a chorros por la nariz.


 
Cine España de Bollullos.httpotrasrutas-malatao.blogspot.com.es201107cine-espana.html


           “El Carajo” intentó parar la pelea desde la caseta de proyección a través del micrófono, al principio con buenas palabras, pero al no conseguir nada se enfadó y gritó: “¿Vais a parar con las hostias?, me cago en Dios”. El cine entero se quedó paralizado como los actores en la pantalla cuando se rompía el proyector, (que era  cada diez minutos). La tía  Batana, que sabía de qué hablaba, aseguró que en aquella frase había al menos tres pecados. Don Marcos, el cura, era titular de una butaca situada en la última fila, al lado mismo de la puerta de salida.    Todos en el patio de butacas vieron cómo abandonaba la sala y la forma en que lo hizo. La gente presagiaba que nada favorecía al blasfemo. Aquella misma noche el cura fue a cenar a casa del pecador y debió cantarle las cuarenta con el as, porque hasta pasada la una de la madrugada no regresó a la casa parroquial. Ramón Buenhombre, que a esas horas se sentaba en el portal de  su casa a fumar el último cigarrillo tomando el fresco, lo vio pasar y aseguró que no andaba recto, pero ¿quién se iba a creer las maledicencias de un ateo que no iba a misa ni el día de la Mare de Deu?

                                                                      Cartelera publicitaria de cine


             El domingo siguiente la iglesia estaba llena y había muchos feligreses  amontonados  en el portal. El sermón  venía a ser, habitualmente, una anestesia de cuerpo entero. Menos hacerle caso al cura, cualquier cosa: Los niños exhibían entre ellos nuevas posibilidades con los  juegos de manos, los hombres se distraían pensando en sus cosas y las mujeres consideraban ese tostón un sacrificio para las misiones. Pero aquel día el sermón era el acontecimiento más esperado.
            _ “Amadísimos hermanos, queréis que diga, lo sé, si esos dos bestias de Rafel el tort y Paco el dels gossos, han añadido al dolor de la Mare de Deu la angustia de ver a dos hijos del pueblo de Relleu peleando como fieras”; los aludidos, que estaban sentados en la segunda fila hombro con hombro, agacharon la cabeza.  Se oyó un prolongado cuchicheo y los que estaban más atrás se levantaron para intentar verles.




                                                   Fachada actual de la iglesia y campanario de Relleu

 _”La penitencia que este siervo del señor les ha infringido secará algunas lágrimas de la Santísima Virgen, pero sólo si va acompañada de un voto con la  renuncia firme  a repartirse leña”. Fue entonces cuando los dos púgiles se fundieron en un abrazo. Lo que antes habían sido cuchicheos  ahora era un murmullo generalizado, la iglesia se había puesto en pie y hasta arrancaron a aplaudir algunos jóvenes que venían de las masías y carecían totalmente de experiencia. Los más duchos en las reglas del protocolo  pidieron silencio  con gestos de sus manos extendidas en un repetido movimiento de arriba hacia abajo. El cura pudo continuar el sermón.
_”Muchos de los que estáis hoy aquí, por no decir todos, pudisteis  escuchar el domingo pasado en el cine, a través de los altavoces,  unas palabras  que, aunque venial, considero pecado”. ¡A esto habían venido! ¡Ahora llegaba lo bueno! Las orejas se pusieron tiesas
_”Todos escuchasteis las palabras  Me encargo de decírselo a Dios”. Volvieron los cuchicheos. ¿Eso dijo? A mí me pareció oir: me cago en… chttttt lo que vas a decir es pecado mortal. Se calmaron los comentarios y continuó el sermón
 _”Dios es omnipresente y no ignora ninguno de nuestros actos; no saberlo es pecado. Contarle a Dios los pecados de otros es soberbia. En consecuencia la penitencia  que cumplirá quien pronunció esas palabras irreflexivas es que en el cine se tendrán que poner sillas para que los críos  no tengan que arrastrar el culo por el suelo”.
“El Carajo” cumplió; se pusieron tres hileras de sillas plegables unidas por un madero y hubo más quietud. Mucho tiempo después de aquel episodio la tía Batana seguía preguntándose  si lo que le había parecido oir en el cine  no había sido una mala jugada del maligno.

(El relato continuará en la 2ª parte...)

                                                                       Relleu

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