Aunque la gestación del pantano de Relleu comenzó ya
en tiempos de Felipe III (1578-1621), se desconoce la fecha exacta del inicio
de su construcción. Antes de la autorización real solo se pudieron estudiar los
parajes del lecho del rio Amadorio para poder decidir el lugar idóneo y menos
gravoso para la construcción de la presa, decidiendo que el más favorable y
adecuado era el estrecho lindando con el término de Orxeta pero dentro de los
lindes de Relleu.
En 1630 se retomó de nuevo la empresa cuando el
Síndico de Villajoyosa acudió al Rey
Felipe IV (1606-1665) exponiendo la decadencia de la villa por la falta de
cosechas a causa de la escasez de aguas para riego. La solicitud fue remitida el
10 de octubre de ese mismo año al Virrey de Valencia que, junto a la Real
Audiencia, debía informar al Rey sobre la petición. El Señor de Relleu y el
Administrador de la Encomienda de Orcheta, manifestaron su oposición a la
solicitud de Villajoyosa, pero sus alegaciones fueron descartadas por falta de
fundamento.
En julio de 1631, la Audiencia envió un arquitecto
para que reconociera el lugar y tuviera en cuenta las pretensiones de las
partes involucradas.
En febrero de 1632, el Rey ordenó a la Audiencia un
nuevo reconocimiento por parte de dos peritos “prácticos en semejantes
fábricas” y a costa de las arcas vileras. Sus conclusiones fueron remitidas al
Virrey y por éste al Rey en diciembre del mismo año, mientras, el monarca
recibía una nueva representación de Villajoyosa.
Los fundamentos del Señor de Relleu en
contra de la obra no debieron quedar muy claros en los anteriores informes, por
lo que en marzo de 1633, de nuevo el monarca ordenó al Virrey la verificación
de los mismos y dos Doctores de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Valencia fueron los encargados de examinar “in situ” las circunstancias de las
alegaciones.
Ante la inminente aprobación de la obra, Orxeta se
retiró del pleito en agosto de 1633, pero Relleu aún interpuso varias
alegaciones a los capítulos propuestos por La Vila que fueron denegadas.
Durante mucho tiempo, Villajoyosa solicito y suplicó
ante Su Majestad el Rey Felipe IV, la autorización para poder levantar una
presa en la que embalsar el agua para el riego de sus huertas y, después de más
de 20 años, el monarca hizo que esa aspiración del pueblo vilero fuera una
realidad, firmando el Real Despacho por el que se autorizaba al pueblo de
Villajoyosa construir un pantano. Eran las 11 de la mañana (el Rey firmaba los
despachos a esa hora) del día 8 de Mayo de 1653.
Mediante ese documento se concedieron a Villajoyosa
capítulos que hicieron posible la financiación de la obra. El reparto de las
aguas era competencia exclusiva de los oficiales de La Vila y los regantes,
solo vecinos de esta última obtendrían el agua en proporción a la tierra que
poseyeran.
Se especificaba el pago por todos los
vecinos sin excepción para las actuaciones necesarias para la conservación de
la obra. Se autorizó la construcción en término de La Vila de nuevos molinos y
hornos ante el previsible aumento de la población.
Finalmente, se excluía a las
poblaciones de Orxeta y Relleu de los posibles beneficios del pantano ya que la
construcción de la presa se realizaría en zona estéril y montañosa de ambos
términos. A pesar de ello, el Conde, Señor de Relleu, no dejó jamás de oponerse
y de reclamar contra el pantano y contra Villajoyosa.
Se desconoce, no obstante, la fecha del inicio de su
construcción y la de la conclusión de su primera fase. Algunos autores sitúan
el inicio en 1689. Esté o no acertada la datación, si que se puede asegurar que
en la primera década del siglo XVIII, aunque no concluida totalmente, ya
retenía las aguas del Amadorio y posiblemente también gran cantidad de limos.
La pared se levantó hasta donde
alcanzaron los recursos económicos, no pudiendo, por falta de medios, elevarla
hasta la altura proyectada. Aún así, sirvió para que los 200 regantes que
utilizaban sus aguas, hicieran más fértiles sus huertas y debido al pantano,
los campos vileros fueron cambiando de secano a regadío y en el año 1772
pasaban de 1000 los regantes, aumentando La Vila su comercio terrestre y marítimo gracias al
bendito pantano.
En el año 1790, debido al
crecimiento de la huerta vilera y estando la obra vieja del pantano muy
deteriorada, amenazando ruina por la penetración de las aguas en la pared y
aprovechando que las cosechas del año anterior habían sido bastante copiosas en
grano y hortalizas y que debido a ello todos los labradores vileros podían
contribuir al gasto de la obra,
se decidió arreglar la obra vieja y además levantar la presa unos palmos más.
El Real Consejo acordó realzar la presa
del pantano en 10 palmos y continuar su elevación hasta que los recursos
económicos lo permitieran. Pero como las relaciones entre vileros y relleuenses
no eran muy amistosas, el Real Consejo acordó en primer lugar la construcción
de una casita para la guardia, haciéndose saber por bando público que ningún
vecino de Relleu osara causar perjuicio en dicha obra, dando cuenta al Corregidor
de Xixona para su debido cumplimiento por las villas de Relleu y Villajoyosa.
No obstante, el pueblo de Relleu con su cura párroco,
el prior del convento y otros particulares con el consentimiento del
ayuntamiento y representando al Conde de Puñonrostro, señor de Relleu, hicieron
oposición a la obra por los perjuicios que la subida del agua embalsada pudiera
causar en las tierras del pueblo así como las posibles enfermedades que
pudieran acarrear las aguas estancadas.
Siendo necesario el corte de leña para
hacer la cal y otros menesteres, el dueño directo del pueblo junto a vecinos de
Relleu, resistían en consentir dichos cortes de leña, sacar piedra y demás materiales
que La Vila
necesitaba para realizar la obra.
Las autoridades de La Vila dudaron en la forma de proceder para hacer
valer sus derechos, formalizar el recurso correspondiente en la Real Audiencia o acudir a otro
tribunal para tener la seguridad de poder realizar los trabajos requeridos en
el pantano, ya que la
Justicia de Relleu detenía y ponía presos a los vileros que
realizaban dichos trabajos.
El Síndico Prior pasó por Relleu a fin
de tomar testimonio ante el escribano, haciendo constar los desperfectos
ocasionados por sus habitantes, merodeadores del pantano. Hizo notar que en la
última hilera de piedras de la pared del pantano, existía una rotura de once
palmos y cuarto, la casita de la guardia tenía parte del tejado desmoronado, la
chimenea totalmente derruida, una tabla que servía de pesebre arrojada al agua,
la puerta sin cerrojo y hecho astillas. En vista de todo ello y de los gritos y
amenazas de los de Relleu consistentes en que lo que se hiciera durante el día,
ellos lo desharían por la noche, pasó escrito de lo ocurrido a la Real Audiencia y debido a ello,
el juez de dicha institución, mandó publicar en Relleu un despacho por el que
se informaba que bajo multa de 50 libras, ningún individuo arrojase piedras u
otras cosas en el cubo del pantano ni hiciese daño en la pared y casita.
El
Real Consejo solicitó que en caso de no apresar a los malhechores, la
responsabilidad de los actos pasase al ayuntamiento de Relleu al igual que
sucedía en el partidor de Orxeta.
A pesar de todos los impedimentos que
Relleu puso a esta obra desde el principio de la misma, se llevó a cabo un recrecimiento de la presa
en poco más de 5 metros de altura y 4 de grosor que consiguió levantar la pared
hasta los 31,85 m.
Actualmente su capacidad es de unos 0.6 Hm cúbicos y el
radio de la presa es de 60 metros, constante en todo el muro, pero el ángulo es
mucho menos abajo, donde la cerrada se estrecha hasta los escasos 2 metros y la
presión del agua es mayor, por lo que requiere un muro más grueso y de gran
rigidez. A los 28 metros de altura, límite de la obra original, se abre hasta
los 40 metros, con lo cual bastaban 10 m. de espesor del muro.
La
gente de Relleu demostró en este asunto, estar unidos frente a lo que
consideraron una intromisión en sus tierras y una injusticia el expolio de sus
montes y de sus bosques de forma gratuita pero el caso fue ganado por La Vila ya que sus autoridades
hicieron prevalecer uno de los privilegios que Bernat de Sarriá, vicecanciller
del Rey, concedió en su carta puebla del
8 de mayo de 1300 a los habitantes de Villajoyosa, consistente en poder cortar leña para lo que se
necesitase, en todo su señorío y éste comprendía todo el territorio dentro del
cual se utilizaba como medida la “barchilla sarriana”, estando Relleu
comprendido dentro del mismo. Por lo tanto Villajoyosa quedaba libre de pago
por el corte de leña para la obra del pantano.
De todas formas, mal lo pasaron los
vileros mientras duró la que fue una de las más importantes obras que a la
postre propiciaría el principio del desarrollo de La Vila.
BIBLIOGRAFIA
Pablo
Giménez Font- El pantano de Relleu y el riego de la huerta de
Villajoyosa (1653-1879). Investigaciones Geográficas, enero-abril, nº 30.
Universidad de Alicante.
Francisco
Maciá Fuster- Documentación del archivo privado del autor.