Mosén Francisco Aragonés y Rico en
el año 1787 solicitó al Papa Pío VI la
Indulgencia Plenaria ”in articulo mortis” para él y sus familiares hasta el
tercer grado así como para otras 50 personas. En el mismo escrito suplicó
autorización para poder bendecir 300 medallas o crucifijos que conllevarían esa
Indulgencia.
Solicitud al Papa Pio VI para indulgencia
La Bendición Apostólica con
indulgencia plenaria en el momento de la muerte suele darse después del
Sacramento de la Penitencia, de la Eucaristía y de la Extremaunción a aquellos
enfermos que la pidieron cuando estaban sanos de espíritu y en plena posesión
de sus facultades, o que verosímilmente la hubieran pedido, o que dieron signos
de contrición. En cambio debe negarse absolutamente a los excomulgados, a los
impenitentes y a los que mueren manifiestamente en pecado mortal.
Extremaunción
El documento adjunto posterior se
dio a la Hermandad de la Santísima Vera Cruz de Sevilla el 14 de Abril de 1956
y se trata de la Bendición Apostólica e Indulgencia Plenaria “in articulo
mortis” de SS Pío XII.
Bendición e indulgencia de Pio XII
La Indulgencia Plenaria más
antigua conocida la otorgó el papa Alejandro II en 1063 a los extranjeros que
habían ido a España a luchar
contra los musulmanes. Sin embargo,
la más conocida y de mayor alcance fue la concedida por Urbano II en 1095 a cuantos perdieran la
vida camino de la primera cruzada
a los santos lugares de Palestina.
Papa Alessandro II
El papa Bonifacio VIII instituye
en 1300 el primer jubileo
romano, con amplísimas indulgencias plenarias para los peregrinos. A principios
del siglo XV se constata en Santiago
un jubileo con indulgencias
semejantes a las romanas.
La Iglesia compostelana concedía
indulgencias a los peregrinos desde los inicios del siglo XII, pero sólo los
que fallecían en la ciudad la obtenían de forma automática. Se trataba, por
supuesto, de concesiones papales, aunque hay noticias de que el poderoso y
siempre decidido obispo compostelano Diego Gelmírez llegó a
establecer una indulgencia plenaria por la participación en la lucha contra los musulmanes.
Diego Gelmírez. Primer arzobispo de Santiago
En el siglo XVIII, los
penitenciales de la catedral compostelana explican al peregrino italiano Nicola Albani por qué en Santiago se ganan las
mismas indulgencias que en Roma y Jerusalén.
El motivo es contundente: porque Santiago el Mayor fue “el primer apóstol en morir
después de la muerte de Jesucristo”. En ese momento es un argumento para la
supervivencia.
Catedral de Santiago de Compostela
Para obtener actualmente la indulgencia plenaria
compostelana es necesario -como sucedió a lo largo de la historia- visitar en
cualquier día del año santo
la catedral. En ella se deberá rezar con devoción verdadera alguna oración -la
Iglesia recomienda el Credo y el Padrenuestro-, pedir por las intenciones del
papa y, de ser posible, asistir a misa. También es necesario recibir los
sacramentos de la penitencia -confesión- y la comunión como demostración de un
renovado compromiso con Jesús,
pero estas exigencias pueden cumplirse quince días antes o después de la visita
a la catedral compostelana.
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