lunes, 6 de junio de 2016

Desafío Nepal (Mi experiencia) 5. Pasamos de los 4000.

Salimos temprano de Namche Bazar ya que nos esperaba una larga jornada y además íbamos a rebasar los 4000.
Por las mismas calamitosas calles que recorrimos el día anterior, llegamos al mismo cruce de senderos donde se encontraba el gran rodillo religioso que la tradición dice que hay que hacerlo girar al menos tres veces en el sentido de las agujas del reloj y en cada vuelta suena una campana. Así lo hice.
Continuamos por el sendero contrario al de ayer. Menos mal. En apariencia se intuía mucho más llevadero. En algunos tramos se ensanchaba y podía sobrepasar los dos metros. Íbamos de charla y el día también acompañaba. Caminábamos en paralelo a un rio hasta que nos desviamos hacia arriba. Mi moral, que ayer estaba bajo mínimos, hoy estaba por las nubes.

                                     Estupa junto al sendero. xcitefun-khumbu-valley-6

Pasamos junto a una estupa (stupa, símbolo religioso) agrietada por el terremoto del pasado año. Por tramos con cercados de piedra seca que en algunos pacían los yaks y en otros parecían bancales para cultivar, aunque, como ya dije en algún capítulo anterior, la tierra es de muy mala calidad y a medida que se asciende, peor. Pero aún así los paisajes son preciosos.

                                         Campos estériles cercanos a los 4000 m.

Después de tres o cuatro horas de camino llegamos a un punto llamado Mongla, a 3900 m., donde hay dos o tres cabañas- refugios- restaurantes- tiendas, con otra estupa agrietada. Allí hicimos un descanso para tomar el té con jengibre y de pronto comenzó a caer agua nieve. Preparamos los paraguas e impermeables, pero no hizo falta utilizarlos porque fue una falsa alarma. 

                                                                      Pequeño refugio de Mongla

Continuamos subiendo tramos escalonados y por fin llegamos a nuestro punto de destino de esa jornada. Dole, a una altura de 4200 m. Todo verde y donde los yaks y naks se ponen “morados” comiendo su fresca hierba. 

                                                                   A más de 4000 m. y aún hay escalinatas

Distribución de las habitaciones y a reclamar una ducha. Solo se disponía de una y además la encargada del refugio o lodge arrimó una bombona de gas junto al cuchitril de madera donde decía que estaba la ducha. Hacía frio y mientras esperaba mi turno decidí darme un pequeño paseo alrededor de las cabañas para ver pacer a los yaks. Me encantaron las pequeñas y preciosas florecillas entre el lindo prado verde, parecía el césped de un buen cuidado campo de fútbol.

                                          Una Nack (hembra del yak) en Dole

Me llamó la atención una bandada de cuervos que revoloteaba a lo lejos y la mayoría de ellos se paraba en unas escarpadas rocas y dando saltos se trasladaban de un sitio para otro. Me vino a la mente lo que nos contestó el organizador nepalí en Katmadú cuando le preguntamos qué hacían con los muertos ya que no habíamos visto ningún cementerio.
Bueno, este tema creo que es mejor dejarlo, ya que es muy desagradable.

                                                                                  La llegada a Dole

Vuelvo al tema de la ducha. Vi a mi compañera Ángela y le pregunté si se había duchado. Su respuesta fue: “Si, pero te aconsejo que no lo hagas”. Hice un gesto de interrogación y continuó: “Me he tenido que duchar agachada y además cae un hilito muy fino de agua que apenas me ha llegado a las piernas” “Con tu estatura no sé cómo te tendrás que poner y además, seguro que el agua no te va a llegar a la cintura”. Pues con el frio que hace, un chamizo agrietado en el exterior y el agua que cae con cuentagotas, que se duche “Rita La Cantaora”.

                                         El grupo en Dole a 4200 m. de altitud

Después vino la cena alrededor de la estufa que funcionaba con excrementos secos de yak, unos cuantos juegos y unos cuantos bailes con nuestro porteador Jambo. Fue divertido, aunque a una pareja de británicos que también hacían noche allí no les gustara y se fueran profiriendo algún que otro improperio en su idioma. Nosotros estábamos contentos porque, entre otras cosas, habíamos pasado de los 4000.


                                            Una estupa en el camino

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