Los relatos II y III de “La
Barbera. Una burbuja en el tiempo”, acaecidos en el año 1992, solo fueron
dos de una serie de “extraños sucesos” que llevaron a Pepica, a mediados del
año 1994, a visitar a una “médium”, con el fin de averiguar qué eran y porqué
se producían.
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Mucho tiempo estuvo Pepica sintiendo que estaba entre algo o
alguien, pero no sabía qué. Vivía entre ruidos, murmullos, pasos, cosas que no
tenían explicación. Lo oía y lo sentía, pero no podía verlo, por ello, decidió
visitar a una vidente.
Solo dos palabras salieron de los labios de Pepica y pocas de
los de la vidente, pero al menos le dejaron con una “relativa tranquilidad” que
le permitió vivir allí, confiada y con normalidad.
Casona de La Barbera.
Relato nº I de mi trabajo titulado “La Barbera. Una burbuja en el tiempo”.
Una
tarde del mes de junio de 1994.
─Señora,
puede pasar.
Pepica
entra en la sala y con sólo un «buenas tardes», se sienta en la silla frente a
la mesa de la vidente. En su mano lleva una fotografía que entrega a la sibila
sin adjuntar gesto o palabra alguna.
De la página, Conselheira amorosa
Con
los ojos como platos, observa todas las muecas y expresiones de la vidente, que
además oprime la foto entre las palmas de sus manos.
─
¡Oh! ¡Ah! ─ así un par de minutos con los ojos cerrados.
Cuando
abre los ojos, devuelve a Pepica la fotografía y con dilatada tranquilidad le
manifiesta:
─Esta
casa ha sido siempre de una familia muy rica, pero sobre todo poderosa. En sus
estancias se han adoptado y resuelto muchas cosas que han decidido el devenir
de acontecimientos, tanto para el pueblo en general como para personas en
particular. Incluso la gestación de alguna muerte. Tú, ─dirigiéndose a Pepica─
vienes a mí porque has oído, sentido y hasta visto cosas en esa mansión que te
han inquietado, pero debes estar tranquila porque no te harán ningún daño, es
más, a pesar de que eres una persona temerosa y asustadiza, no has sentido
miedo ni lo vas a sentir. No estás sola en esa casa, siempre vas acompañada de
un ser que te protege, aunque tú no lo ves. Contigo viven algunos miembros de
la familia que habitaron esa mansión. Están todos muertos, pero ellos no lo
saben y continúan, a su manera, morando por sus estancias. Aunque a veces
sientas o veas algo, no te preocupes porque ellos viven su vida en otro mundo y
no te harán nada.
Fotografías espirituales del siglo XIX. obviousmag.org
Pepica
cogió la fotografía y salió de la habitación con destino a su residencia. La
fotografía que enseñó a la pitonisa era la de su propio domicilio, “La Barbera dels Aragonés”.
La
decisión de visitar a la vidente no fue tomada a la ligera. Hacía meses,
incluso años, que por la cabeza de Pepica rondaba esa idea.
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