Con ocasión de la epidemia experimentada en la Villa de
Pasage (actualmente Pasajes), Provincia de Guipúzcoa, el año de mil setecientos
ochenta y uno, causada por el hedor intolerable que se sentía en la Iglesia
Parroquial de la multitud de cadáveres enterrados en ella», Carlos III dictaba
en 1787 la Real Cédula por la que prohibía las inhumaciones en las iglesias
salvo para los prelados, patronos y religiosos que estipulaba el Ritual Romano
y la Novísima Recopilación. (ABC 01/11/2014)
En el artículo de “Cultopía Gestión Cultural S.L.” titulado Breve Historia de los Cementerios II, se puede leer:
Desde la orden de 1787, la construcción recaía sobre los párrocos mediante el dinero de las fábricas de las iglesias, pero esto debió de modificarse en 1806, 1833, 1834 y 1840, auspiciando a los Ayuntamientos a su construcción y dándoles facilidades financieras. En el Reglamento de 8 de abril de 1833 se determinaba que “los cementerios sean construidos con fondos municipales, aunque su custodia seguirá correspondiendo a las autoridades eclesiásticas”.
José Luís Santonja, en REVISTA
DE HISTORIA MODERNA Nº 17 (1998-99) (pp. 34-35) “LA CONSTRUCCIÓN DE CEMENTERIOS
EXTRAMUROS: UN ASPECTO DE LA LUCHA CONTRA LA MORTALIDAD EN EL ANTIGUO RÉGIMEN”
La orden de construcción de
cementerios extramuros se dilató, además, de forma excesiva. Prácticamente
antes de la llegada del siglo XIX no se había llevado a cabo ninguna
edificación mortuoria de este tipo de forma generalizada. Las causas de este retraso
eran muy diversas, desde las limitaciones presupuestarias de las
administraciones parroquiales hasta las resistencias de los feligreses para ser
enterrados fuera del ámbito de los templos.
Después de 17 años, muy pocos cementerios se habían
construido fuera de las poblaciones y el soberano Carlos IV en una circular de
1804, recordaba y exigía la aplicación de la Real Cédula de Carlos III.
Poco efecto tuvo esa circular, ya que el 27 de
septiembre de 1809, la Suprema Junta Central Gubernativa del Reino, debido a
las enfermedades que varios pueblos de Cataluña padecían a causa de los
enterramientos de cadáveres en el interior de las poblaciones, emitió un
comunicado prohibiendo rigurosamente esas inhumaciones, dando al mismo tiempo
las órdenes a los corregidores y justicias del Reino para que observaran y
cuidaran su cumplimiento.
En esa época y anteriormente, en Villajoyosa, los enterramientos
se hacían en dos lugares. Si la persona fallecida pertenecía a la clase “noble”
(Caballero, Ciudadano o Generoso), era enterrada en el lugar que la familia
disponía en la cripta de la iglesia antes llamada de Santa María y hoy de La
Asunción. Si el fallecido era de la clase “general”, el enterramiento se
efectuaba en el espacio destinado para ello, que se encontraba en el exterior
de la iglesia, en el lugar hoy llamado “La Placeta”, frente a la puerta
principal del templo.
La población de Villajoyosa aumentó considerablemente,
entre otras cosas, debido a la construcción del pantano de Relleu, y en los 80
últimos años, es decir, desde el año 1720 al 1800, pasó de tener 1500 habitantes
a más de 5100, por lo que, en el mes de abril de 1807, el ayuntamiento vilero,
precisado por las reales órdenes, pero sobre todo por la falta de sitio donde
enterrar a los difuntos, redactó un proyecto para la construcción de un nuevo
cementerio extramuros.
Este cementerio se proyectó levantarlo en la partida de
Costes, en la parte baja del camino real de Orcheta (camí del peix) en la zona
de la calle Limones, junto al río.
El alcalde y al mismo tiempo justicia, Vicente Lanuza
Miquel, comunicó el proyecto a las personas que pudieran verse afectadas por
tal obra, con tal de que pudieran realizar cualquier alegación a la misma.
Restos humanos descubiertos en la zona del antiguo cementerio de la Placeta
Quince fueron los vecinos propietarios de tierras y
casas del lugar los que, en un documento conjunto, expusieron motivos
contrarios.
Entre los razonamientos expuestos, estaban:
1º- Que la construcción de cementerios estaba
encomendada a los corregidores cabeza de partido (en esos momentos, Villajoyosa
dependía de Alcoy), de acuerdo con el cura del pueblo.
2º- Los cementerios debían construirse fuera de las
poblaciones, en sitios ventilados, distantes de las casas de los vecinos, en
terreno rural, al menor costo posible y aprovechando para sus capillas las
ermitas que existían fuera de los pueblos y para la conducción de los cadáveres
debían hacerse unas andas con ruedas.
El propietario del terreno elegido para la construcción
del camposanto, de nombre Juan Pérez, en el escrito de alegaciones hizo constar
que el lugar no era la elección más adecuada porque lindaba con el cauce del
río. Esas tierras se regaban todos los sábados del año y en épocas lluviosas se
caían sus márgenes, que eran de mucha altura.
El terreno no era ventilado salvo en días de vientos
fuertes en los que entraba de regolfo.
Era la tierra más preciada y de mayor costo de Villajoyosa
por sus continuas aguas de la fuente de Urrios y en tiempos de sequía allí se
hacían todo tipo de hortalizas para el abasto del común de la villa.
Hizo notar, el propietario del terreno, uno de los
puntos más negativos de dicha zona, y era que en tiempos lluviosos las avenidas
de las aguas del río solían ser catastróficas, destruyendo todo lo que
alcanzaban, habiendo sido devastado en varias ocasiones, por lo que los
cadáveres podrían ser pasto de los peces (el mar se encuentra muy cerca).
Posteriormente, los firmantes del manifiesto de
alegaciones, hicieron saber los lugares exactos de la zona donde estaban sus
viviendas, dejando anotado que las casas de la calle Limones no tenían otras a
su frontis, que era malsana por los vapores que se exhalaban del río en tiempos
de sequía y durante el verano los días calurosos se hacían inhabitables, aunque
debido a la necesidad y la escasez de viviendas que por entonces había en
Villajoyosa, no tenían más remedio que vivir en ellas.
Todas estas circunstancias las consideraban como
negativas, no solo porque no se ajustaban a lo previsto en las leyes y normas
dictadas sobre el tema, sino que, además, de construirse lo proyectado
perjudicaría a todos, ya que se duplicarían las exhalaciones y miasmas del cementerio
por medio del aire dominante de tramontana y los cadáveres, en vez de desecarse
como si estuviesen en terreno seco, se humedecerían más, recibiendo mayor
putrefacción.
Finalmente aconsejaron que, el mejor lugar para la
construcción del cementerio era el Calvario. Consideraban que era el sitio más idóneo,
ya que reunía todos los requisitos de las Reales Cédulas y leyes en la materia.
Era secano y rural, ventilado por su altitud, no lejano del pueblo, tenía
ermita y su terreno no costaría un maravedí porque era propiedad de la villa.
Solo había una cosa en contrario y era que se tenía que cruzar
el río (entonces no había puentes), pero para atenuar el inconveniente,
apuntaron que el agua, normalmente, no solía sobrepasar un palmo, salvo en días
de avenida, y al ser los cadáveres conducidos en andas con ruedas, que era un
carro tapado, podía pasarse el río con comodidad.
Bien era verdad que esta conducción y su tránsito por el
río no podría verificarse en el caso de las avenidas fuertes, que durante el año
podrían ser dos o tres, pero como éstas no eran duraderas, se podría dilatar el
entierro hasta menguar la riada y en caso de no ser así, podrían enterrarse en
la Plazuela de la iglesia en alguna sepultura habilitada para tal fin, y eso
solo podría darse en dos o tres ocasiones al año.
De este escrito mandaron copia al Caballero Corregidor
de Alcoy, que era cabeza de partido.
Un año después comenzó la guerra contra el francés
(guerra de la Independencia), aunque las tropas francesas no entraron en
Villajoyosa hasta el mes de enero de 1812 y su permanencia fue de seis meses.
En ese tiempo construyeron en esa misma zona un cementerio.
Es muy posible
que aprovecharan el proyecto de 1807 para construirlo. Véase: http://www.lavilaycomarca.com/2015/05/el-cementerio-de-los-franceses-de.html
Documento del año 1816 en el que se dice que los franceses construyeron un cementerio
En el año 1813, ya libre de enemigos, el ayuntamiento de
La Vila construyó en el Calvario el tan esperado cementerio y es muy probable que
se eligiera ese lugar por las indicaciones y sugerencias que los vileros de la
calle Limones hicieron en sus alegaciones del año 1807. Ese lugar de enterramiento
estuvo en activo hasta el año 1888 en que se construyó el actual.
El Calvario. Lugar de enterramiento entre 1813 y 1888
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