Corría el mes de mayo y era alcalde de la villa el abogado
Don Cristóbal Morales, de estado noble.
El veintisiete de ese mismo mes, en la sala capitular del ayuntamiento,
se iba a celebrar el sorteo de las quintas de ese corriente año, todo ello
según así lo mandaba la Real Ordenanza sobre Quintas.
Nadal Mayor era un joven de 24 años al que le correspondía
sacar suerte en dicho sorteo de quintas, pero… ¡aquí empezó el dilema!
Al joven Nadal, cuyo nombre le fue puesto por haber nacido el
25 de diciembre, no le gustaba nada la idea de ser alistado en el ejército, ya
que ello le podía suponer un traslado a ultramar con las tropas o destinado a
alguno de los sitios donde se estaba en plena conflictividad bélica. Los
tiempos eran bastante complejos, las contiendas y hostilidades existían por
doquier (en Francia se continuaba guillotinando y España estaba inmersa en una
guerra contra el mismo país galo, la Guerra del Rosellón).
En el mes de junio del año 1790, cuando Nadal contaba 20 años
de edad, el oficial requeridor de la costa, desde Villajoyosa hasta Calpe, Don
Pedro Aragonés y Mayor, fue ascendido, y el capitán general del reino de
Valencia, Don Victorio de Navia y Osorio nombró a Nadal Mayor teniente oficial
requeridor de la misma. (Los requeridores eran funcionarios que controlaban el comportamiento
correcto del servicio de vigilancia. Vivían en las poblaciones cercanas a la
costa y estaban obligados a visitar las torres semanalmente).
Llevaba Nadal cuatro años ejerciendo de teniente requeridor
cuando fue incluido en quintas. El 17 de mayo, diez días antes de que se
celebrara el sorteo para el alistamiento, Nadal presentó ante la justicia de
Villajoyosa (en esos tiempos los alcaldes eran además los jueces) una solicitud
para que se le exonerara de la quinta y sorteo y no se le incluyera en la
relación de los mozos hábiles para el servicio militar.
Junto a la petición, acompañaba el despacho del capitán
general del reino en el que le nombraba teniente oficial requeridor y además
indicaba que, según ese despacho, se veía la excepción en los sorteos y quintas
que Su Majestad Carlos IV concedía a dichos empleados. Que la misma Ordenanza
Real manifestaba el aprecio de Su Majestad hacia los que le servían, que no
solo eximía de las quintas a éstos, sino que también lo hacía con uno de sus
hijos, por lo que deducía que, si a los soldados, atalayas y torreros de los
distritos sujetos a los requeridores y tenientes se les concedía esa gracia,
con mayoría de razón se le debía de guardar al solicitante (Nadal Mayor) dicha
preeminencia como jefe de los soldados.
Al día siguiente, el señor juez del asunto que además era el
alcalde y abogado, emitió un auto por el que se comunicaba dicha petición
a los mozos sorteables y a los síndicos general y personero, para que
expusieran lo que les pareciera sobre el caso.
Todo ello se realizó en la sala capitular del ayuntamiento
con todas las personas implicadas, respondiendo éstas que el alcalde
determinase lo que considerara. El alcalde acordó que no había lugar a la
exención pretendida por dicho teniente requeridor.
El día 20 del mismo mes, volvió Nadal Mayor a presentar
petición ante la justicia de Villajoyosa, en esta ocasión porque consideraba
que no se le había notificado ninguna resolución a sus anteriores solicitudes.
El mismo día, el señor juez y alcalde, en un auto, dijo que se le hiciera saber
que en sus escritos se atuviera a la verdad.
No conforme con el auto del justicia, marchó Nadal a
presentarse ante la correspondiente superioridad del reino, a fin de reclamar
por esa vía su exención de quintas. Al mismo tiempo, el padre de Nadal mandó
una petición al señor juez de las diligencias en la que le notificaba la
partida de su hijo para tal fin y por lo tanto, a pesar del esfuerzo que haría,
no aseguraba su presencia para el día del sorteo. No obstante, se ofrecía en
representación de su hijo para hacer las funciones propias del quinto en el
sorteo correspondiente, es decir, sacar él mismo la suerte que tocare. Todo
ello bajo la seguridad de que su hijo no faltaría a su cumplimiento y poniendo
como fianza todo su notorio patrimonio.
El señor juez aceptó el ofrecimiento bajo la fianza y le
conminó a presentarse en la casa consistorial, donde se procedería al sorteo, para
ejercer las veces de su hijo Nadal.
No sabemos con qué respuesta volvió de Valencia el joven
teniente requeridor.
Lo que sabemos es que a pesar de la explícita negativa del
alcalde a exonerar del sorteo a Nadal, éste no llegó a formar parte del
ejército, ya que la mano de su padre fue prodigiosa al sacar la suerte de su
hijo. Le correspondió “libre del servicio”.
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