Su nombre era Manuel Simón Pinillos, en el año 1797 ingresó como quinto en el Regimiento de Infantería de África, estuvo durante ocho años en el ejército, licenciándose en 1802.
Tres años después se alistó sin limitación de tiempo en la
compañía de Fusileros de Valencia y tres años después, en 1808, comenzó la
guerra contra los franceses, llamada de la Independencia.
En el año 1818, ya finalizada la guerra, Simón tenía una
avanzada edad, más de 40 años, que teniendo en cuenta la esperanza de vida de
entonces que estaba sobre los 29 años y haber pasado por una dilatada
contienda, era una edad bastante considerable. Además, tenía inútil el dedo
pulgar de la mano derecha.
Por todo ello y por la imposibilidad de continuar en el
servicio, solicitó al capitán general del reino de Valencia la licencia
absoluta en el ejército.
La respuesta del general Francisco Javier de Elío no se hizo
esperar y a pesar de que el jefe de la compañía en la que estaba Simón
consideró que éste era acreedor a su petición, el capitán general del ejército
y del reino lo denegó con esta frase: “No puede dársele ahora la licencia.
Conforme ha existido hasta ahora, exista en adelante”.
Es de suponer que Simón adquiriría posteriormente la licencia
del ejército, ya que falleció en Villajoyosa en el año 1850 con más de 70 años
de edad y su albacea, Don Pedro María Aragonés y Bolufer, se hizo cargo del
cumplimiento de las últimas voluntades de nuestro soldado, entre ellas un
donativo para el hospital de Villajoyosa, la confección de unos zapatos nuevos
para el difunto, el costo de hacer la fosa, el pago a 15 religiosos del
convento que asistieron a la misa y entierro y el traslado con el velatorio del
féretro en la ermita del cementerio, en ese tiempo el actual Calvario.